Me quede anclado al suelo una tarde
que me incorpore desde mis cenizas
y le preste mis alas al ángel de la
independencia, nadie me enseño
a caminar en esta ciudad de ilusiones
desgastadas en donde la suerte aposto
en mi contra cuando te marchaste,
lo más triste fue descubrir que los
sueños se marchitan con tu adiós y
el corazón solamente funciona cuando
estas a mi lado, pero, que cruel se a
portado el destino que desafíe y a que
velocidad se extiende la agonía que invade
mis venas, ahora que el laberinto me revela
sus secretos y la libertad es una promesa
para este prisionero condenado al silencio.
Victor Aguilar.
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