nada nuevo encontré bajo el sol, la rutina se desbordaba por el
horizonte, me hallaba solo, como de costumbre en la trinchera tenia
una zona de guerra y era imposible dejar de pensar, por un momento
quise fingir, fingir que el mundo seguía su rumbo, que ella no volvería
por que eso sería lo mejor para ambos, que a pesar de su ausencia,
todo iría bien...los recuerdos morirían ahogados por el deseo pero,
quizá eso sería engañarme a mi mismo, sabiendo que no habría marcha
atrás, el destino estaba encaminado y todo, absolutamente todo me
parecía absurdo, burdo como para ya no tener motivos ni fuerzas de
continuar, quería desaparecer,borrar mi rastro, enterrarme vivo en
donde no pudiera dañarla de nuevo, perderme en la inmensidad de la
nada, en el vació de la totalidad, fundirme con el mundo acepando mi
exilio.
El cielo rojo se torno en un tono más azul, seguía en la misma banca
contemplando mi alrededor y nunca había tenido una visión tan real de mi,
de ella, de un nosotros, eramos tan frágiles sin el otro, así que ni siquiera
podía tomar enserio la idea de que cada cual siguiera su camino por
separado, el mundo ahora tenia que aceptar que eramos uno solo y
aunque se detuviese, siguiera su marcha o se suicidara yo permanecería
con la convicción de seguir plantado ahí, había nacido para estar con
esa mujer, para disfrutar la vida en exceso y sin frenos, para renovar
nuestros votos cada mañana con la pasión de despertar en ella, para
edificar nuestro futuro y amarnos en plenitud aún con la inocencia de ir
tomados de la mano como dos adolescentes que pasean un domingo por
la tarde en el parque.
Era la víspera de alguna fiesta, las campanas de la catedral repicaron y las
personas salieron de todos lados con sus mejores galas el parque se lleno y
se quedo vació en segundos, sólo quedaba yo en esa vieja banca, sumergido
en mis elucubraciones, extrañando un recuerdo, una ausencia, una ilusión ó
tal ves un sueño, pero ya tenia todo resuelto por si ella se decidía a volver ó
por si yo encontraba a alguien más en mi viaje de regreso a casa.
Victor Aguilar